Soldados




Durante los tiempos de descomposición del Imperio romano, la moneda se devaluaba con rapidez debido a una crisis económica que se había tornado crónica. Por esa razón, las monedas de oro adquirieron un prestigio mucho mayor del que habían tenido hasta entonces, dado el valor de cambio intrínseco atesorado en el metal precioso. La más difundida de estas monedas fue la denominada solidus 'sólido', palabra procedente de la raíz indoeuropea sol- 'íntegro', que circulaba en todos los rincones del Imperio a partir del año 325 d. de C. 

Por aquella época, con el descaecimiento del poder imperial, los señores del naciente modo de producción feudal se veían obligados a contratar a sus propios soldados, que recibían como paga una moneda de oro, llamada en latín tardío solidus nummus 'moneda sólida' y, más tarde, solidus, simplemente, de curso legal hasta el siglo XV y que ya se conocía como sueldo en la época de Gonzalo de Berceo. 

En el Diccionario Latino Español, de Antonio de Nebrija, sueldo era la paga de los militares (que también se llamó soldada), más tarde, la paga de los criados y, finalmente, el salario en general, como ocurre hoy. 

Hacia comienzos del siglo XVII, se llamaba soldado al hombre de guerra que era contratado para servir en forma regular a un mismo señor, ya que ganaba un sueldo. Esta denominación del guerrero tenía una connotación favorable –en contraste con mercenario, que servía a quien le pagas– y exaltaba la virtud de la fidelidad a un señor, tan cara a los valores medievales. 

De La Palabra del día.