Las reliquias asirias que permanecieron en pie durante 3.000 años han
sido destrozadas y profanadas. Las ruinas de la época babilónica han
sido bombardeadas y demolidas. Los pergaminos y los santuarios
devastados desde Somalía hasta Tombuctú. Los directores de museos,
arqueólogos y coleccionistas, con una pasión encarnizada por
salvaguardar las antigüedades, se han unido en su aversión, mientras los
militantes islámicos exhiben los objetos devastados del mundo antiguo.
Sin embargo, la devastación también intensificó el debate sobre si los
museos de los Estados Unidos y los coleccionistas en Occidente deben
reintegrar los objetos en disputa a los territorios de origen, una
práctica conocida como repatriación.
Gary
Vikan, ex director del Walters Art Museum en Baltimore, dijo que dada
la violencia en Irak, Siria, Afganistán y el norte de África, los
museos deben ser más conservadores con esas devoluciones.
Otros expertos y la mayoría de los arqueólogos reaccionaron con dureza a esa mirada, sugiriendo que quienes utilizan la ola destructora de los extremistas del Estado Islámico para presionar en contra de la repatriación quieren justificarla”.
“Era solo cuestión de tiempo que algunos coleccionistas de arte trataran de aprovechar esta pesadilla cultural en beneficio propio” dijo Ricardo L. Elia, arqueólogo de la Universidad de Boston, que cree que el mercado occidental de antigüedades incentiva el saqueo.
Otros expertos y la mayoría de los arqueólogos reaccionaron con dureza a esa mirada, sugiriendo que quienes utilizan la ola destructora de los extremistas del Estado Islámico para presionar en contra de la repatriación quieren justificarla”.
“Era solo cuestión de tiempo que algunos coleccionistas de arte trataran de aprovechar esta pesadilla cultural en beneficio propio” dijo Ricardo L. Elia, arqueólogo de la Universidad de Boston, que cree que el mercado occidental de antigüedades incentiva el saqueo.
En
los últimos años, el apoyo a la repatriación ganó terreno en los
círculos dedicados a las antigüedades. La Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) disuade a
los museos y coleccionistas de adquirir objetos antiguos, si éstos
dejaron sus países de origen después de 1970. Y cada vez más museos y
vendedores de arte concuerdan en regresar los objetos que estén mal
documentados o en disputa. Con el objetivo de impedir el contrabando
arqueológico, y de defender la soberanía de las naciones fuente, la
repatriación ha sido consagrada en los tratados internacionales,
aceptada por el gobierno de los Estados Unidos, y proclamada como
respuesta moral a las muchas décadas durante las que los vendedores de
arte y los museos occidentales comerciaban las reliquias mundiales de
manera indiscriminada y, a veces, ilegal.
Quienes se resisten a
esta política han sido atacados por hacer apología del colonialismo y
del latrocinio cultural. “La idea de que cualquier forma de comercio de
objetos culturales es mala se ha transformado en un artículo de fe”
aseguró Timothy Potts, arqueólogo y director del J. Paul Getty Museum,
en Los Ángeles. Sin embargo, Potts y otros expertos en antigüedades
afirman que el pillaje por parte del Estado Islámico y otros grupos
radicalizados, debilita esa ortodoxia.
Entre ellos se destaca
James Cuno, presidente de J. Paul Getty Trust, que opera el Getty
Museum. Conocido por su creencia de que las antigüedades importantes
deberían ser consideradas patrimonio de la humanidad, Cuno publicó, en
los últimos meses, una carta en el diario estadounidense The New York
Times argumentando que la repatriación al por mayor amenaza el
patrimonio cultural de los propios países a los que supuestamente
beneficia. “Las calamidades pueden suceder en cualquier lugar, pero es
improbable que sucedan en todos al mismo tiempo” –dijo en una
entrevista– “distribuyamos el riesgo”.
Quienes están a favor de la
repatriación afirman que es desalentador volver a un debate que muchos
consideran superado. Tess Davis, abogado y experto en objetos
saqueados, que está a favor de la repatriación, dijo que Europa estuvo
en guerra el siglo pasado y nadie argumentó, por ejemplo, que los
Aliados tendrían que haberse quedado con los objetos que rescataron
durante la Segunda Guerra Mundial, porque, digamos, Francia o Italia no
eran lugares seguros para conservarlos. “Hoy Irak es un punto
conflictivo, pero no hay motivo para pensar que Nueva York no lo será
en el futuro” afirmó Davis, que ayudó a repatriar objetos robados de
Camboya. “Las estatuas de 3.000 años de antigüedad que hoy están bajo
amenaza en Irak vieron llegar y desaparecer a muchos imperios".
Publicada por Revista Ñ.