Fue un hallazgo fortuito. Unos albañiles en el este de China
rescataron del olvido la tumba del emperador Yang Guang, a quien los
chinos consideran uno de los peores gobernantes de su historia.
El hallazgo también ha puesto al descubierto que
un mausoleo turístico que en la misma ciudad aseguraba ser la tumba de
Yang, "el peor tirano de la historia de China", era falso, después de
haber atraído a miles de turistas durante años.
Para el director
del Departamento de Arqueología de la ciudad, Shu Jiaping, no hay duda
de que la tumba encontrada fortuitamente el fin de semana es la
auténtica: así lo prueban los hallazgos de un cinturón de oro y jade y
unos llamadores de puerta con forma de león, objetos todos ellos
destinados al emperador Sui.
Otra tumba descubierta al lado parece
ser la de la emperatriz Xiao, una de las seis esposas que se sabe tuvo
el emperador, aunque faltan por ahora restos o ataúdes en ambos
enterramientos, posiblemente profanados en épocas pasadas.
Los
descubrimientos sorprendieron a los habitantes de la zona contigua a la
tumba, quienes celebraron "haber sido vecinos de un emperador, aunque
fuera uno malvado", según declaró uno de los residentes al diario
oficial China Daily.
Yang Guang, segundo y último emperador de la
efímera dinastía Sui, gobernó China entre 604 y 618, y en los registros
históricos del país es siempre retratado como un gobernante
despilfarrador, que cometió muchos errores militares y llevó a la muerte
a millones de sus súbditos con sus delirios de grandeza.
Sus
fracasadas campañas contra el reino de Koguryo (que ocupaba gran parte
de la península coreana y zonas del actual noreste de China), en las que
millones de campesinos fueron reclutados a la fuerza, desataron unas
revueltas que le obligaron a huir a Yangzhou, donde murió estrangulado
por uno de sus generales, Yuwen Huaji.
Algunos historiadores han
suavizado en años recientes la tradicional visión crítica del reinado de
Yang, recordando que algunas de sus campañas militares sí fueron
exitosas, como las que conquistaron parte del reino Champa, al sur del
imperio y en la actual Vietnam.
También realizó un ambicioso
programa de obras públicas, que incluyó rutas, la finalización de las
obras del Gran Canal que durante siglos fue la principal vía de
transporte entre el sur y el norte del país, o la reconstrucción de la
Muralla China que defendía el imperio de los invasores nómadas del
norte.
Pero en esa reconstrucción de la Gran Muralla, como ocurrió
siglos antes cuando fue erigida por primera vez, pereció un enorme
número de obreros: algunos registros históricos hablan de hasta seis
millones de muertos.
Por si esto fuera poco, para cultivar la mala
fama del emperador en su país, Yang fue siempre sospechoso de haber
matado a su padre, el emperador Wen, para ascender al trono -aunque este
hecho nunca pudo ser probado- y conspiró contra sus hermanos para
alcanzar el poder.
Su hermano mayor, Yang Yong, primer candidato
al trono, fue acusado por Yang Guang de traición, por lo que perdió el
favor de su padre, y cuando este último fue coronado, su hermano menor
Yang Liang lideró una revuelta contra él. Tras fracasar fue condenado a
prisión de por vida.
La impopularidad de Yang queda patente por el
hecho de que el nuevo mausoleo hallado no era tan lujoso como el de
otros monarcas de la civilización china, y según el jefe de arqueólogos
de Yangzhou muchas tumbas de nobles y gente adinerada de esa misma época
son más ostentosas que la de este emperador.
Tras el asesinato de
Yang, a la dinastía Sui le sucedió la Tang (siglos VII-IX), que para
algunos historiadores fue el apogeo cultural de la milenaria
civilización china.
El hallazgo muestra que China sigue siendo una
veta inacabable de hallazgos arqueológicos: cada año se anuncian
decenas de nuevos descubrimientos, y el país todavía no se ha atrevido,
por falta de tecnología, a abrir la tumba de su primer emperador, Qin
Shihuang, a pocos kilómetros de su famoso Ejército de Terracota.
Noticia publicada por el diario Clarín.