"La historia ya debe ocuparse de los años 70"

"La violencia de los años 70 es un objeto apasionante y doloroso, porque las heridas son muy recientes. Pero han pasado ya los 30 años que antes se consideraban de rigor para abordar el pasado, y es necesario tratarlos."
La mirada sobre el pasado reciente es hoy un desafío, según la visión de la historiadora María Sáenz Quesada, que casi en un movimiento natural acaba de asumir como directora de la revista Todo es Historia, heredera del lugar que durante 42 años ocupó Félix Luna, fallecido el mes pasado.

"Como historiador, uno sabe que son trabajos que después van a ser superados cuando aparezca mayor documentación. Pero no sólo debe dejarse este campo al periodismo, sino que el historiador profesional también debe intervenir", explica, en una entrevista con La Nacion, la investigadora y miembro de las academias de la Historia y de Educación.
Sáenz Quesada publicó sus primeros trabajos como recién egresada de la carrera de historia en la revista y siguió colaborando hasta 1985, cuando asumió el cargo de subdirectora que tuvo hasta este mes. En esos años, varios de sus artículos en la revista crecieron hasta convertirse en libros. "Me formé mucho a través de las posibilidades que ofrecía la revista, porque a Félix Luna le interesaba tanto la gente consagrada como los nuevos entusiastas de la historia", dijo.

Ahora, Sáenz Quesada, ex secretaria de Cultura de la ciudad, aspira a que su impronta en Todo es h istoria pase por ampliar la mirada a los países latinoamericanos y renovar el vínculo con los lectores a través de Internet. Cuenta que es "incesante" el tránsito de lectores en la redacción, que acceden al servicio de consulta y fotocopiado, sobre todo de los números que llama "clásicos": el dedicado a la historia de la Suprema Corte, otro sobre la Campaña del Desierto, todo lo que se publique sobre los masones y sobre los jesuitas, "que aparecen envueltos por el misterio", y la Patagonia, "que tiene un especial atractivo, por lo que tiene de confín".

-En algún momento, hubo un debate fuerte que oponía academia vs. historia de divulgación. ¿Cómo se ubica usted en esa discusión?

-Hoy se tiene conciencia clara de que la historia académica debe ser también comunicada al lector común, a la gente culta, al estudiante, al interesado por su país. Porque si no, otro lo va a hacer. Y lo van a hacer seguramente con intereses parciales o más bastardos, no con el interés que debe guiar al historiador, que es lograr la verdad en la medida de lo posible. Cuando nos acercamos al Bicentenario, creo que esta diferencia entre quien comunica y divulga con un interés por la verdad y por la seriedad, y aquel que lo hace con intereses partidistas o personalistas se va a ver claramente.

-¿Qué análisis hace del interés de la historia y el periodismo por abordar el pasado reciente?

-Me parece natural. La violencia en la Argentina y en otros países, en los años 70, es un objeto apasionante y doloroso, porque las heridas son muy recientes. Hay que recordar que de aquellos hechos han pasado ya los 30 años que antes se consideraban de rigor para abordar el pasado, y es necesario tratarlos. Como historiador, uno sabe que son trabajos que luego van a ser superados cuando aparezca mayor documentación. Pero no sólo debe dejarse este campo al periodismo, sino que el historiador profesional también debe intervenir.
-¿Hay también dificultades para mantener una distancia emocional y política en estos temas?

-Sabemos que el historiador no puede ser una persona aséptica, no conviene que lo sea. Su compromiso con la historia contemporánea de su país es positivo. Es necesario abordar esa historia con honestidad intelectual, informar al lector la postura política que uno tiene. Luego, tratar de ver dónde está la verdad con la mayor honestidad posible.

-¿Con qué orientación usted cree que el país debería encarar el tiempo del Bicentenario?

-Con una mentalidad abierta, desprovista de prejuicios. Trataría de mirar este proceso con tolerancia, conociendo que no hay santos ni seres malvados, sino seres humanos puestos en coyunturas cuyo desenlace no conocen, que en algunos casos son figuras notables.

-Parece haber un espíritu más pesimista en estos días.

-Sí, no creo que debamos ponernos frente al Bicentenario en una actitud de que somos un país fracasado; que lo único bueno es lo que pasó en 1910, como dicen ciertos sectores, o que todo lo malo sucedió en 1910, como dicen en las esferas oficiales. Tener un espíritu de equilibrio y de optimismo. Estamos tan necesitados de replantearnos nuestras instituciones, si vamos a respetarlas más o si vamos a convertirnos en un país de gente dividida y enfrentada. Somos un país sectorial, corporativo, un país crispado. Creo que sería un buen momento para buscar alguna concordia en la mirada objetiva, optimista y también emotiva sobre lo que pasó en 1810. Cada uno puede encontrar el modo de vincularse con esa época, con el propio gusto por ser argentinos, algo que también vale la pena decir.

-¿Qué impronta le gustaría darle a la revista con su dirección?

-Creo que debe mantener las líneas generales que le dio Félix Luna desde su fundación. Primero, estar centrada en la historia argentina, pero a mí siempre me interesó introducir temas de historia latinoamericana, sobre todo de los países vecinos. Otro punto es extender nuestra relación con los lectores a través de la página web. Y vamos a continuar con esta característica que le dio Luna de ser una revista nacional y federal, con la historia de las provincias escrita por la gente del lugar.
Sánchez Quesada es licenciada en historia, tiene 69 años, escribió, entre otros títulos, Mujeres de Rosas (1991), Mariquita Sánchez, vida política y sentimental (1995), La Argentina, historia del país y de su gente (2001) y La Libertadora. De Perón a Frondizi, 1955-1958 (2007). Es asidua colaboradora de La Nacion desde 1995. Fue secretaria de Cultura de la ciudad de Buenos Aires.
Noticia publicada por el diario La Nación.