La repoblación del valle del Duero: aspectos sociales 1

De la aventura repobladora nació la extraña sociedad que las escrituras de la época permiten descubrir. Varias características la distinguen de la sociedad ultrapirenáica contemporánea. La presidía una realeza, muy fuerte hasta la crisis de la segunda mitad del siglo X, secundada por un reducido número de comites e imperantes de real nombramiento.

Ocupaba el primer lugar en esa sociedad un grupo no muy numeroso: los infanzones, llamados también filii benenatorum. Estaban exentos de tributos, gozaban del wergeld o valor penal de 500 sueldos y de algunos privilegios procesales que les diferenciaban del común del pueblo.
Recibían patrimonios o soldadas con cargo al servicio de guerra y llegaron a adquirir inmunidad en sus casas.

No los encontramos en los documentos como ricos propietarios. Se habla temprano de sus heredades, pero excepcionalmente.

Aparecen viviendo en ajustada dependencia vasallática del rey, de los ricos prelados y de los pocos magnates laicos a quienes el monarca había elevado a la dignidad condal y que habían logrado adquirir fuerza política y económica.

Los hallamos gobernando las mandationes o tierras de un obispo, y recibiendo atonitos, es decir, beneficios o soldadas, acompañando al joven hijo de un conde a poner las cadenas, signo de nobleza, en una casa de la que se había apoderado, interviniendo en las divisiones de bienes de algunos señores o sirviendo a otros de cojuradores. Y los encontramos enviados por un rey a regir un condado.
Por las leyes de Castrojeriz de 974 sabemos que los infanzones de Castilla recibían prestimonios, es decir, beneficios, o soldadas como recompensa por su obligación de acudir a la guerra. También tenemos noticia de que sus bienes personales eran mínimos.

No es difícil explicar su generalizada situación de dependencia y lo magro de sus patrimonios personales. Eran emigrantes colonizadores llegados del norte, a donde se habían acogido sus abuelos.

La primera emigración de estos a Cantabria, Asturias y Galicia durante el siglo VIII los habría desarraigado de las tierras que habitaban. Al regresar al sur, los infanzones debieron comenzar desde cero absoluto. Los patrimonios con que empezamos a encontrarlos procederían de sus presuras personales, de los bienes que hubieran ganado en el ejercicio de algunas delegaciones de gobierno al servicio de los reyes de León o de los condes de Castilla.

Dificultaba su enriquecimiento lo yermo de las tierras tomadas en presura o luego adquiridas.
Mientras en tierras asturianas y galaicas es posible documentar numerosos siervos e incluso abundaron en tierras portuguesas, en la zona leonesa hallamos muy pocos testimonios de población servil y en Castilla faltan casi por entero. Y tal proporción está confirmada por la ausencia en esta de libertos, y lo mínimo de su presencia en León, en contraste con su abundancia en la zona galaico portuguesa.

Si la repoblación había limitado y retrasado la formación de una clase social elevada, la repoblación incidió también en la ausencia o abundancia de siervos en las diversas regiones de la monarquía.

La mínima presencia de collazos en la Castilla condal, lo ralo de las menciones de tributarios o iuniores de capite en León y la abundancia de estos en Galicia rima bien con lo dicho sobre siervos y libertos.

Fuente: Claudio Sánchez Albornoz. Tres proyecciones de repoblación del reino asturleonés. Del ayer de España.