La repoblación del valle del Duero: aspectos económicos 1

Luego de haber visto en las últimas entradas las causas y contexto de la denominada "Pérdida de España", nos llega el turno ahora de ver cómo fue desarrollándose la reconquista del territorio ibérico por parte de los núcleos cristianos.

En este sentido, es interesante antes que nada prestar atención a Claudio Sanchez Albornoz, el mismo autor que usamos en la serie anterior, quien traza una serie de proyecciones respecto de las posibilidades y limitaciones a la hora de emprender la reconquista.

Lo primero que se debe tener en cuenta es la enorme dificultad que afrontaron los godos de los siglos VIII, IX y X a la hora de intentar recuperar su territorio, empezando por la destrucción de sus núcleos urbanos, la disgregación entre aquellos que quedaron en pie o se erigieron a partir del traslado hacia el norte, la falta de recursos humanos y materiales, etc. Cuestiones todas que condicionaron seriamente su acción.

En un primer momento las acciones bélicas y políticas han debido tener, obligadamente, un carácter defensivo. Al respecto resulta de altísimo interés la batalla de Covadonga (718 o 722, según qué fuente usemos), por todo el simbolismo que conlleva y lo que en su momento significó para los cristianos.

En esta serie no habrá batallas, más allá de la mención de algún evento en particular si surgiera la necesidad, sino que seguiremos los pasos de Sánchez Albornoz para entender con qué se enfrentaron los cristianos que dieron los primeros pasos de la Reconquista. Como siempre, espero que lo disfruten.

La repoblación del valle del Duero: aspectos económicos 1.

Las dos grandes empresas que más contribuyeron a forjar la herencia temperamental y el talante hispanos fueron la reconquista y la repoblación.

La repoblación se proyectó además en la vida económica, en la organización social, en la articulación política, en las creaciones del espíritu, en el talante comunal e incluso en los hábitos del diario vivir. Al establecerse masas humanas en las tierras yermas, fueron restaurándose en el país núcleos de habitación, pero a la vez fue reanudándose la vida económica.

Los primeros repobladores se desplazaron hacia las tierras yermas con sus propias fuerzas humanas de trabajo y sus propios ganados, y crearon explotaciones agrarias sobre campos hasta allí durante décadas y décadas desiertos. Construyeron monasterios, restauraron núcleos de habitación urbana cuyos muñones eran aún visibles y eran aprovechables por su situación en viejos caminos. Y fundaron otros en lugares feraces, vecinos de fuentes, ríos, arroyos y cercanos a montes o dehesas (1) donde carbonear, cazar y hacer pastar sus rebaños, y en lugares ásperos donde resistir las acometidas sarracenas.

En el proceso, los repobladores contaron en muchos casos con la ayuda de la Iglesia y algunos clérigos, quienes escalidaban con sus manos y delimitaban y entregaban presuras (2), donaban ganado, etc.

La mayoría de los repobladores provenían de la zona cantábrica, rica en pastos y por lo tanto en ganados; entonces, el acarreo por parte de los repobladores de sus bueyes, vacas, yeguas, caballos, mulas, asnos y ovejas facilitó la vuelta a la vida y el desarrollo económico de las tierras colonizadas.

Sin embargo, se formaría una imagen equivocada de la repoblación si supusiéramos siempre a los colonizadores avanzando hacia el sur al frente de sus rebaños. Por lo aventurado que tenía el desplazamiento repoblador, lo más probable es que lo emprendieran gentes sin fortuna que iban a buscarla en la frontera.

Los repobladores, al ocupar las tierras mediante la forma jurídica de la presura y realizando luego lo que se llamó escalio (3), comenzaron a construir dormitorios para ellos y a levantar los edificios necesarios para el desarrollo de la actividad. Muchos, también, fueron absorbidos por las instituciones religiosas que participaron de la colonización, y figuraron en los diplomas y registros de las iglesias y claustros.

La repoblación implicó el aprovechamiento del suelo para obtener las provisiones que aseguraran el mantenimiento de la vida diaria. Hay abundancia de testimonios acerca de cómo se poblaron de molinos muchos ríos que para fortuna de las hasta allí desiertas tierras de León y Castilla llevan al Duero.

También hay noticias de la construcción de presas y canales para el riego y para poner en movimiento algún molino. Tales construcciones bastarían para acreditar la intensa siembra de trigo; abundan sin embargo los testimonios de la existencia de muchos campos de pan llevar y de viñas y linares en zonas antes desiertas.

Fuente: Claudio Sánchez Albornoz. Tres proyecciones de repoblación del reino asturleonés. Del ayer de España.

1: Tierra generalmente acotada y comúnmento destinada a pastos para el ganado
2: Presura y escalio: forma en que un terreno es ocupado, delimitado y preparado para la siembra
3: Escaliar: rozar, roturar un terreno