El papel de las provincias en la conformación del Estado argentino

Como en la entrada anterior, vamos aquí a ver algunas otras particularidades de la conformación estatal en la Argentina. En este caso, se trata de conocer cuál es el rol de las provincias en esa estructura naciente. Para responder a este tema, resulta útil atender y responder también a las preguntas que se formula Oszlak, quien nuevamente es la fuente de esta entrada:
  • ¿Qué intereses fundamentales mantuvieron durante tanto tiempo la unidad formal de la sociedad argentina?
  • ¿Por qué no operaron en toda su potencial consecuencia las tendencias centrífugas?, y resumidamente
  • ¿Por qué las provincias no pudieron llegar a constituir Estados autónomos?
Todas estas preguntas aparecen porque las aspiraciones “nacionales” comenzaron “a materializarse recién medio siglo más tarde” (tomando como referencia los hechos de mayo de 1810)
Así, el autor va desgranando algunas razones que hubieran podido conducir el destino de estos territorios en otras direcciones, como por ejemplo:
  • Que “la unidad nacional argentina (…) se asentó más en elementos expresivos y simbólicos que en vínculos materiales plenamente desarrollados”
  • Que a pesar de que se hablara de “República Argentina” o “territorio argentino”, se sostienen formas de caudillismo o de administración local que van contra la “unidad”, así como pactos interrumpidos e “interregnos de aislamiento”, y que el territorio se encontraba aún lejos de ser “una unidad inseparable”.
  • Que los intereses económicos regionales no eran los mismos.
  • Que ni siquiera existía una vinculación a través del idioma, ya que las lenguas indígenas eran preferidas en algunos de esos territorios.
  • Que tampoco había un “andamiaje institucional suficientemente desarrollado”.
Sin embargo, y a pesar también de la tendencia a desarrollar a las provincias como ámbitos para el “desenvolvimiento de las actividades sociales y políticas (…), el aislamiento y el localismo, en condiciones de precariedad institucional, magros recursos y población escasa”, terminaron frenando la división del ex territorio virreinal en lo que hubiera sido el proceso de nacimiento de múltiples Estados soberanos.

A partir de estas causas, hay otros razonamientos atendibles, como la perspectiva de que el funcionamiento autónomo no garantizaba el éxito de estas unidades políticas, más bien las posibilidades eran escasas y, por el contrario, sí existía la posibilidad de una negociación que integrara –desde posiciones de igualdad- a las economías regionales al “circuito económico que tenía por eje al puerto de Buenos Aires”.

Además, la intensificación del comercio exterior produjo el debilitamiento de algunas economías regionales”, lo que llevó al replanteo de “los términos de su inserción” en los incipientes mercados, pero también en la conformación estatal.

Por último, como el proceso de construcción nacional argentino es “de arriba abajo”, hay que señalar que existen procesos de integración territorial, social y política, como el caso de Estados Unidos, que no pasan desapercibidos para la elite dirigente, fuera porteña o provincial, en el marco de lo que Oszlak denomina “experiencia comparada”.

Fuente: Oszlak, Oscar. La formación del Estado argentino. Orden, progreso y Organización nacional