Apella, la asamblea ciudadana de Esparta

Su nombre oficial no es conocido. Herodoto emplea el término d'ἁλία / alía, que en sentido estricto designa la asamblea del pueblo en las ciudades estado dorias. Tucídides (v, 77, 1) y Jenofonte (Helénicas, ii, 4, 38) utilizan el genérico ἐκκλησία / ekklêsía (asamblea).

Plutarco, por su parte, deriva ἀπελλά / apellá (o más bien ἀπελλαί / apellaí del verbo ἀπελλάζω / apellázô, figurando en el pasaje de la Gran Retra que cita (Vida de Licurgo, vi).

Aunque sus orígenes son desconocidos -así como la etimología de la palabra- lo que sí sabemos, como se mencionó en las entradas anteriores referidas a temas de
Esparta, es que estaba compuesta por guerreros mayores de treinta años pertenecientes al grupo de los homoioi (iguales, espartiatas).

Las reuniones de la
Apella se celebraban mensualmente, y la convocatoria era siempre para época de luna llena. El recinto donde se llevaban a cabo las reuniones -Esciada- es todavía objeto de controversia acerca de su emplazamiento.

La Apella estaba presidida por el Éforo epónimo, y de éste dependía el derrotero que siguieran los debates, ya que tenía la libertad de establecer el orden del día según lo estimase oportuno. Así, en el año 432 a.C. el Éforo Estenelaidas presidió la asamblea que dejó la puerta abierta a la guerra contra Atenas, y fue él quien determinó el cariz de las intervenciones, el orden de las mismas y, lo que es más importante, el método de votación. La Apella tenía función consultiva y, en menor medida, decisoria.

Allí se escuchaban, discutían y debatían las propuestas de la Gerusía que a continuación se votaban, aceptándolas o rechanzándolas por asentimiento y aclamación de los presentes.


La única ocasión en que la
Apella quedaba abierta a la asistencia del resto de los lacedemonios (mujeres, periecos y otros grupos e la población dependiente) era con ocasión del fallecimiento y funerales de uno de los monarcas. El pueblo, reunido en la asamblea, le tributaba su último homenaje y votaba la concesión de los máximos honores que se podían dispensar a una persona.