El dictador y las hormigas


Seguramente todos conocen Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano, pero hay una "postal" que vale la pena rescatar, por curiosa y para no olvidar cómo expresan su deprecio y crueldad algunos hombres. Cuando se desató la "Crisis del '30", en América Latina tomaron el poder diversas dictaduras. Entre estos países contamos a El Salvador, de cuyo dictador Maximiliano Hernández Martínez se ocupa la presente entrada. "También en El Salvador estallaron las tensiones como consecuencia de la crisis. Casi la mitad de los obreros bananeros de Honduras eran salvadoreños y muchos fueron obligados a retornar a su país, donde no había trabajo para nadie. En la región de Izalco se produjo un gran levantamiento campesino en 1932, que se propagó rápidamente a todo el occidente del país. El dictador Martínez envió a los soldados, con equipos modernos, a combatir contra 'los bolcheviques'. Los indios pelearon a machete contra las ametralladoras y el episodio se cerró con diez mil muertos. Martínez, un brujo vegetariano y teósofo, sostenía que 'es un crimen más grande matar a una hormiga que a un hombre, porque el hombre al morir reencarna, mientras que la hormiga muere definitivamente'. Decía que él estaba protegido por 'legiones invisibles' que le daban cuenta de todas las conspiraciones y mantenía comunicación telepática directa con el Presidente de los Estados Unidos. Un reloj de péndulo le indicaba, sobre el plato, si la comida estaba envenenada; sobre un mapa, le señalaba los lugares donde se escondían enemigos políticos y tesoros de piratas. Solía enviar notas de condolencia a los padres de sus víctimas y en el patio de su palacio pastaban los ciervos. Gobernó hasta 1944".

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Imagen: Maximiliano Hernández Martínez, tomado de Casa Presidencial de El Salvador
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