Apuntes de historia romana. Algunas causas de la caída de la República


Perry Anderson relata que para el siglo I a.C. “la República había conquistado para Roma un imperio, pero sus propias victorias la hicieron anacrónica. La oligarquía de una sola ciudad no podía mantener unido al Mediterráneo en un solo sistema político (…)”. Esta misma oligarquía, según afirma el autor mencionado “se había beneficiado enormemente del saqueo financiero del Mediterráneo que siguió a las progresivas anexiones realizadas por Roma, haciendo fortunas inmensas en tributos, extorsiones y esclavos, pero no tuvo ninguna preocupación por proporcionar siquiera una módica compensación a la tropa, cuyas batallas le habían procurado esas inauditas riquezas. Los legionarios recibían una humilde paga y eran licenciados sin contemplaciones, y sin ninguna recompensa por los largos periodos de servicio (…)”.

Es en este mismo periodo que, como desarrollaremos más adelante, se da la llamada “guerra social” y las querellas campesinas, cuya expresión había estado dada por la aparición de los hermanos Graco y sus intentos reformistas.

Sin embargo, en este momento vemos cómo el descontento de la plebe por no poseer tierras propias aparece en el seno del ejército, y en consecuencia aparecen dentro de éste líderes militares que se quedarán con la lealtad de los hombres de armas. Buenos ejemplos de estos cambios aparecen en las figuras de Mario, Sila, Pompeyo, Craso y César, cuyas campañas militares se parecen más bien a aventuras destinadas al enriquecimiento personal que al engrandecimiento del imperio republicano de Roma.

Con grandes ejércitos que les prodigaban una lealtad firme, estos líderes militares crecieron en poder económico, y sus aspiraciones políticas encontraron en las armas una llave que les abriera las puertas de las instituciones tradicionales, a las que en mayor o menor medida buscaron controlar. La gran consecuencia de estas aspiraciones políticas respaldadas en el poder militar serán las guerras civiles que ensangrentaron a Roma en el último tercio del siglo I a.C.

Entre los actores políticos y sociales de la época podemos mencionados a la aristocracia senatorial, cuyas riquezas se vieron exponencialmente incrementadas gracias a las campañas del ejército en lugares tan lejanos como el Canal de la Mancha, Bretaña, el Medio Oriente, Hispania y el norte de África.

El ejército, por su parte, es un actor fundamental en este momento, ya que es gracias a los hombres que lo componen que Roma expande su territorio. Particularmente, los hombres que lo componían eran campesinos que, lejos de su tierra, sin poder trabajarla durante los largos periodos que duraban estas campañas (y en muchos casos viéndolas arrebatadas por otros romanos de poder económico, o debiendo malvenderlas al regresar de la guerra por la imposibilidad de volver a trabajarlas), se habían ido volcando a la ciudad, conformando la llamada “plebe urbana”. Para Anderson, “el creciente éxodo rural se combinó con las masivas importaciones de esclavos (…)”, con lo cual la masa habitante en Roma creció descontroladamente.

Por último, los líderes militares resultan elementos centrales de este momento. Gonzalo Bravo explica que durante el siglo II a.C. la estructura del ejército ya estaba en un proceso de modificación debido, entre otros factores, a las guerras casi constantes, que además propiciaron la incorporación a las fuerzas armadas de clases intermedias, como el proletariado urbano. Ambos factores, a su vez, vienen a actuar como indicadores de la necesidad de formar un ejército profesional.

Cayo Mario fue el primero en dar un paso en este sentido, siempre según Gonzalo Bravo, con la prolongación a veinte años del servicio militar y la reincorporación de los veteranos. Estas medidas estrecharon “la relación de la tropa con los oficiales y jefes (…) hasta el punto de constituirse grupos clientelares en defensa del programa político de su patrono”.

Sin embargo, este autor habla de compensaciones en botín o parcelas en colonias producto de la conquista, pero para Narciso Yanguas, el que Mario en el 107 a.C. pudiera establecer un ejército compuesto por reclutas de enrolamiento voluntario y la proletarización del ejército van unidas “al empobrecimiento progresivo de la clase rural”.

Fuentes bibliográficas:
Bravo, G. Historia del mundo antiguo. Una introducción crítica.
De Martino, F. Historia económica de la Roma antigua. Vol. I
Rostovtzeff, M. Roma. De los orígenes a la última crisis.
Yanguas, N. Textos para la historia antigua de Roma
Anderson, P. Transiciones de la antigüedad al feudalismo.

Imagen: Cayo Mario. De La Guía 2000