Reconstruyen la ruta de los esclavos en la época colonial


Con la ayuda financiera de la Unesco y merced a la tarea del Archivo General de la Nación (AGN), acaba de despertar de un sueño de siglos buena parte de la historia menos contada del país: la de los esclavos negros en el Río de La Plata.

Gracias a los 25.000 dólares aportados por el organismo internacional, los especialistas del archivo pusieron en marcha el proyecto La Ruta de la Esclavitud: desempolvaron viejos libros y, con paciencia de investigador, seleccionaron y están digitalizando 500 documentos, de un total de 5000 que la institución conserva sobre el tema.

"En dos meses, todo el material estará en Internet- www.archivo.gov. ar - para consulta de cualquier interesado", promete Miguel Unamuno, director del organismo, en diálogo con LA NACION.

De inmediato, ordena traer varios de los documentos originales: antiguos biblioratos de hojas que el tiempo volvió amarillentas y una caligrafía digna de receta farmacéutica, que apenas deja adivinar una fecha o una palabra.

"Contienen una historia poco contada, la de la esclavitud, que fue tan determinante en la vida de las colonias", agrega Unamuno.

Claro... no existe prácticamente registro en los libros de historia de los miles de almas -más de un millón, se estima- arrancadas del continente negro entre los siglos XVII y XVIII. Pero en estos libros sí hay algo. Son los registros judiciales de la época, en los que los esclavos aparecen mencionados. Son piezas, retazos, apenas evidencias, si se quiere, de la existencia de personas que no quedaron registradas en ningún otro lugar. Y hay mucho.

Denuncias por malos tratos

"Aquí, los esclavos aparecen como mercadería, como objeto de disputas judiciales, como testigos de ilícitos", dice Unamuno. E incluso -para sorpresa de la mayoría de los lectores- aparecen a veces denunciando a sus amos por malos tratos.

¿Podía un esclavo denunciar a su amo por malos tratos? "Sí, podía -explica Fabián Alonso, miembro del AGN que seleccionó y clasificó cada documento-. No es que ocurriera con muchísima frecuencia, pero ellos tenían un defensor de pobres que los patrocinaba. Sin embargo, es de esperar que no fueran tan maltratados como muchas veces se cree, ya que eran muy valiosos. Si una vaca costaba cinco pesos, un esclavo podía costar 400."

Así, pasando las viejas páginas de los documentos aparecen los temas: "Se acuerda la prohibición a los negros esclavos de vender vino", se titula un documento. "Se acuerda otorgar un negro al convento de Santo Domingo en reemplazo del ajusticiado por asesinato", reza otro.

Van más: "Petición de los dueños de negros pulperos contradiciendo el bando que prohíbe que estos atiendan pulperías", "Expediente de demanda contra Antonio Pérez, realizada por Juan Fernández de León, por el hurto de una esclava (es mulata)"... La lista es larguísima y permite disputarles al olvido aquellas historias y aclarar algunas cosas.

Sumergirse en el mundo de los esclavos del Río de la Plata es descubrir, por ejemplo, que la pintoresca mazamorrera que los chicos representan en los actos escolares del 25 de Mayo era -horror- una esclava que trabajaba probablemente para una señora viuda. Y que en cuanto bajó del barco fue marcada a hierro caliente -como el ganado- y separada de los suyos.

Más sorpresas: un esclavo podía acordar un precio con su amo para comprar su libertad. Y cada transacción con esclavos era registrada legalmente, como quien compra hoy un automóvil o una propiedad. Además, eran pocos los esclavos desembarcados en estas tierras que se quedaban en la ciudad. "Por nuestras costas entraron millones de esclavos que, en general, eran inmediatamente derivados hacia el Alto Perú o la campiña bonaerense para tareas agrícolas", dice Alonso.

¿De qué región de Africa vendrían? "Es muy difícil saberlo -continúa-. En los registros que tenemos se mencionan el Congo, Benguela (Angola) y Guinea. Los negros podían ser cazados en otras regiones, por otras tribus que los esclavizaban y luego los vendían a los holandeses, ingleses y portugueses, que los traían hasta aquí."

La historia es mucho más jugosa, y se nutre de disputas, contrabando, traiciones e intrigas. Incluso nos legaron palabras y costumbres los africanos en el país -cuando uno piensa en palabras como "mondongo" o en el hábito de mezclar la papa y el zapallo en un puré- antes de ser diezmados por la fiebre amarilla y aniquilados en las sucesivas guerras, en las que formaron el grueso de los ejércitos.

Publicada por el diario La Nación.