Deben ser los gorilas, deben ser

Con la muerte de N. Kirchner han salido por todas partes voces de apoyo a la presidenta y de valoración al trabajo político del difunto. Por otro lado, y como es natural, han aparecido las voces que critican las formas y el fondo del proyecto kirchnerista. Como no podía ser de otra manera, se mantuvieron las formas dada la cercanía temporal de la muerte, pero más de uno deslizó el término “gorila” o “gorilismo” para referirse a personas o actitudes críticas.


La idea, hoy, es ver de dónde sale esta terminología local para designar a los opositores al peronismo, en este caso en su expresión contemporánea.

En su libro La Militancia Peronista: la Toma del Frigorífico Lisandro de la Torre, Ernesto Salas  cuenta:

El humorista Délfor, creador de Le Revista Dislocada, había montado, en el verano de 1955, un espectáculo en la calle Corrientes con el nombre de Marabunta en el que hacía una parodia de películas famosas. En la parte culminante del espectáculo, al personaje del científico, que conduce la expedición en busca de un cementerio de gorilas y que siempre está alcoholizado, le preguntan: “¿escuchaste? ¿Qué será ese ruido?” y él contestaba: “deben ser los gorilas, deben ser”. El éxito que tuvo la frase hizo que Délfor la incluyera en su programa radial. “Al mes sacaron un disco con el tema ‘Deben ser los Gorilas’. Se vendieron 55 mil ejemplares de un tirón. Los Gorilas se escuchaban en Buenos Aires, no únicamente por la audiencia masiva que seguía la ‘Dislocada’ por Splendid. Un grupo de servicios opositor a Perón tenía que mandar mensajes cifrados. Les exigieron una identificación, y como estaban escuchando el programa, uno de los integrantes sugirió Los Gorilas. A partir de allí, el término “gorila” pasó a designar al antiperonismo sin distinción de sectores o ideologías, pero particularmente a los sectores de las Fuerzas Armadas y los partidos políticos que eran furiosamente antiperonistas. El peronismo constituía así a su opuesto.