¿Qué pasó con 2009?


Y no, el título no está equivocado. Lógicamente, la pregunta suele ser "¿qué pasó en 2009?", y entoces hacemos un repaso de lo más saliente del año, lo más lindo, lo más feo, lo mejor, lo peor, y el prolongado etcétera que, estoy seguro, ya conocen.

En términos del blog, ese repaso va a llegar a su debido tiempo, que no es ahora.  Allí veremos cuáles fueron las entradas que más gustaron, las más comentadas y todo eso.

El título de hoy apunta a dos cosas. Por un lado, desde una opción personal, me pregunto qué pasó con este año porque, la verdad, se fue volando. Tanto que si me pongo a pensar tengo un montón de recuerdos de cosas que sé perfectamente que hice, pero... no me doy cuenta cómo tuve tiempo, si el tiempo pasó tan rápido.

Por otro lado, y acá nos ponemos un poquito más serios, fue un año plagado de exageraciones. Contemos un poco:

Las elecciones (sí, fueron este año, aunque no parezca) fueron muestra de la exageración de la ¿clase política? de nuestro querido país. Exagerados en los discursos, en las agresiones a los rivales, en las promesas de vendetta política (Léase Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, y puntualmente, un señor con un tatuaje en el cuello -innombrable él- diciendo que este Congreso que asumió en diciembre modificaría la norma, con lo cual, la conformación anterior del Congreso de la Nación -de la que este personaje fomaba parte- carecía de autoridad porque sus propios miembros la dinamitaban).

Además, ahora están exagerando todos otra vez porque ya se están peleando para ver quiénes serán candidatos a presidente dentro de... Casi dos años. Muchachos: la Ley Electoral marca un periodo de campaña de 60 días (si no me equivoco) antes de la elección, ahora mismo faltan más de 500 días. ¿Alguien tiene un almanaque?.

Los medios de comunicación, mi Dios. Con un poco de tiempo (Cosa que este año no tenemos, je) y un par de cerebros que sé que hay en la platea lectora de este espacio, nos hacemos el festín de la década, que termina, dicho sea de paso. La inseguridad alimentó horas y horas de pavadas que siguen circulando incólumes en el imaginario de los que eligen no tener una mirada crítica, y que son muchos. Sin embargo, a los dos o tres voceros de entidades no gubernamentales que escuché decir que el problema es de fondo, que las soluciones son de largo plazo y que en el camino hay que generar puestos de trabajo y mejorar la calidad educativa, a esos dos o tres, los vi una vez, nada más. ¿Porque se equivocaron? No, al contrario, porque tienen razón, pero a la prensa infame de este país que amo le conviene demonizar al gobierno inútil, a la juventud, al pobre, al desempleado, al viejo y a todo otro, cualquiera que sea, que resulte antipático y/o incongruente con los intereses que marca la agenda del día. ¿Qué marca la agenda mediática? El pobre niño rico, hijo maltratado del chocolatero autóctono (Bastante lejos de Wonka, igualmente), la solidaridad de ocasión, y a precio de oferta porque se caía el 20 aniversario del programa de un tipo que debería haber seguido trabajando de cadete y decenas de bizarradas más, como la "gran aparición del año", que es un señor con peluca poco graciosa, vestidos de vedette de segunda y movimientos de baile tan elásticos como una vara de hierro. Como se ve, todo muy constructivo.

Hay otras cosas, por supuesto, pero no puedo dejar de pensar en todo esto, y ni siquiera son las cosas que yo miro en TV, ni siquiera son los políticos que me interesa esuchar (porque que los hay, los hay), pero en esta última entrada del año quería reflejar mi extrañeza ante este cuadro, porque noto además que esto tiende a acentuarse.

En fin, no ha sido, después de todo, un mal año (al menos para mí). Que la ironía no les impida ver que desde acá despedimos el año con alegría, que lo que criticamos es porque está la seguridad de que se puede hacer algo mejor, y que tenemos la expectativa, y la necesidad compartida con muchos argentinos y latinoamericanos, de que 2010 sea mucho mejor.

Les dejo un cordial saludo, un abrazo fuerte y les deseo sólo cosas buenas.