La repoblación del valle del Duero: aspectos políticos 2

La desaparición total de las viejas divisiones hispanogodas de las regiones vueltas a la vida, daba una gran fluidez a las fronteras de las unidades político – administrativas. Y los reyes dispusieron inicialmente en ellas de plena libertad para designar a sus rectores y para variar sus límites.

La historia registra muchos alzamientos nobiliarios; de ninguno cuenta que hiciese tambalear a la realeza. Faltaba a los posibles rebeldes elementos con que organizar clanes vasallático – beneficiales numerosos.

Desde Alfonso III por lo menos, los reyes otorgaron no pocos privilegios de inmunidad. Los señores de tales inmunidades –en su gran mayoría obispos y abades- no rigieron por ello grupos humanos de importancia suficiente como para constituir milicias numerosas. Solo cuando maduró la repoblación y se desgastaron por tanto las armas políticas que en sus comienzos la realeza había tenido, se produjo la gran crisis del reino leonés.

El avance de la colonización del país tras un largo siglo desde su inicio, el paulatino crecimiento del poder de las dos aristocracias por la repoblación arraigadas en el valle del Duero, el relativo agotamiento de la libertad de maniobra de la realeza al cerrarse parte de sus viejas disponibilidades de tierras y de gobiernos, la merma de sus fuerzas bélicas y fiscales por el torrente de concesiones de inmunidades pueden contarse entre las causas del debilitamiento del poder real.

Las masas de hombres libres surgidas del singular poblamiento del país, masas que habían constituido un sustento militar y tributario de la realeza por obra de la repoblación empezaron a ser absorbidas por las aristocracias. A Sánchez Albornoz incluso le parece “lícito” vincular la secesión castellana con la empresa colonizadora. Porque fueron dispares quienes se establecieron en León y Portugal de quienes se establecieron en Castilla.

No se debe olvidar la dispar herencia temperamental de los repobladores. Asiento León de la Corte, ombligo del reino, la repoblación de las tierras legionenses estuvo lastrada por la realidad, porque influyó en la autoselección de los colonizadores. Se reflejó en la colonización de la marca galaico portuguesa la jerarquización de una Galicia en la que por lo fugas y leve del paso musulmán no se borraron las viejas estructuras sociales. Castilla fue, en cambio, repoblada por un mosaico de pueblos –cántabros, vascones, celtas y godos- que lo recio de su lucha secular con el Islam –un siglo de terrible golpear- había hermanado igualitariamente todo lo que a la sazón era posible.

La secesión castellana fue el resultado de la integración de la base humana del país por masas repobladoras que pudieron servir de sustento político a una familia ambiciosa e inteligente.
La realeza leonesa vio segregarse a Castilla no solo por la impotencia familiar de la estirpe regia, sino porque en Castilla la repoblación había mezclado una extraña sociedad histórica, de infanzones pobres y de libres villanos pequeños propietarios, agrupados en libres comunidades locales y habituados a la lucha con el moro. Es decir, por obra de la singular colonización del país.
Tras el devastador paso de Almanzor, tanto Castilla como León dictaron leyes que sirvieron para varios propósitos:

1. Repoblar León, sede del gobierno, arrasada y despoblada por Almanzor.
2. Restaurar el orden social, alterado por la razzia, y profundizado por las rebeliones posteriores.
3. Devolver el poder a las monarquías, que a través de su intervención intentaban volver a la vida lo que Almanzor había destruido.

A esta etapa de la repoblación se deben, entonces, las dos primeras formulaciones escritas de derecho político de la España cristiana, hasta allí regidas por las normas del derecho consuetudinario.

Fuente: Claudio Sánchez Albornoz. Tres proyecciones de repoblación del reino asturleonés. Del ayer de España.