La Pérdida de España V: La invasión musulmana

A la muerte de Vitiza en 710, los nobles que constituían el grupo por él favorecido intentaron el reparto del reino entre los hijos que le habían sobrevivido. Pero esa división contradecía las tradiciones legales sobre la transmisión del poder real.

Esta vez la asamblea electiva, que para distinguirla del Aula Regia y del Oficio Palatino se llamaba Senatus, no legalizó la inmensa novedad que constituía el reparto del reino entre unos menores bajo la tutela de unos magnates. Dominaban en el Senatus facciones hostiles al clan vitizano o la mayoría se negó a sancionar la radical mudanza y la asamblea decidió elegir legalmente un nuevo rey. Los relatos latinos y arábigos más autorizados fuerzan a trazar así el curso de los hechos.

La elección recayó en Rodrigo, duque de la Bética, y al parecer acreditado hombre de armas. Pero el trono ya estaba ocupado por vitizanos y hubo de desalojarlos de él por la violencia. Dicen las fuentes que “A ruegos del Senado Rodrigo ocupa el reino por la fuerza”.

Hemos de juzgar, por tanto, a Rodrigo rey legítimo de España, como sostuvo Sánchez Albornoz en el estudio que llevaba ese título. Todos estos hechos ocurrieron en el año 710.

Cabe presumir que no obstante las medidas de apaciguamiento de Vitiza, los grupos brutalmente perseguidos por su padre no habían olvidado sus violencias. Era lógico que el clan instalado en el poder temiera ser desplazado del gobierno que venía disfrutando desde hacía veinte años y que resistiese a Rodrigo, electo sin duda por el partido adverso. Y estalló la guerra civil.

A su vez, con gran esfuerzo y no sin graves desastres habían logrado los árabes conquistar el cabo de Magrib Alaqsa y llegar al Estrecho de Gibraltar. Les resistía en Ceuta un personaje misterioso llamado Olbán, Ulyán, Aylán o Julián, que se hallaba ligado a Vitiza por los vínculos de la fidelitas.

Cuando murió Vitiza y estalló en España la violencia, Julián capituló ante Tariq, lugarteniente de Muza, y le entregó Ceuta, conservando acaso su gobierno el incógnito personaje.

Según lo más probable, no por propia iniciativa como afirma la fábula inventada para disimular una verdadera traición, sino como mensajero de la facción vitizana o de los mismos hijos de Vitiza, “Julián” sirvió de intermediario entre los musulmanes y el clan vencido en la guerra civil.

No podían ignorar en España los sucesos ocurridos en África ni la presencia en Ceuta de los mahometanos avenidos con Julián. Los vitizanos soñaron con obtener auxilio de los musulmanes establecidos al otro lado del mar para deponer a Rodrigo; y solicitaron la intervención de los musulmanes asentados en las costas de la vecina Tingitania, actual Marruecos.

“Llamados los sarracenos ocupan las Españas” se lee en el Epitome Ovetensis, a cuya obra se denomina comúnmente Crónica de Albelda. “Por fraude de los hijos de Vitiza los sarracenos entraron en España”, declara el rey cronista Alfonso III, probablemente siguiendo al autor de una crónica asturiana perdida, escrita, como mucho, a fines del siglo VIII. El erudito escriba, que retocó el cronicón regio no mucho después de redactado, amplía aún más la noticia: “los hijos de Vitiza, movidos por la envidia, porque Rodrigo se había apoderado del reino de su padre, discurriendo astutamente, envían legados a África, piden auxilio a los sarracenos y los meten en España por medio de navíos”.

La historiografía cristiana recogió de forma unánime la tradición de que los hijos de Vitiza llamaron a los musulmanes a España. Esta tradición está confirmada por dos testimonios si no totalmente concordantes, extrañamente coincidentes. Uno de ellos es el de ‘Isa ibn Muhammad Abu-l-Muhayr, autor africano nacido en el último tercio del siglo VIII, informa que Tariq vio llegar a puerto las naves cristianas en busca de ayuda, y da el nombre de Julián al interlocutor de Tariq. Pero este Julián afirma que es el gobierno de “su padre” el que ha sido arrebatado.

En la tradición llegada hasta tan temprano cronista musulmán se mezcla el recuerdo de la intervención de Julián y de la petición de auxilio de los príncipes vitizanos. Pero su testimonio, además de no dejar lugar a dudas sobre la llamada de los islámicos por los hijos de Vitiza, parece acreditar la ida personal de éstos –o al menos uno- a África.

El Silense, tras referir que Rodrigo los privó del reino paterno, escribe: “mas ellos, trasladándose a la provincia de Tingitania (…) dispusieron que, introduciendo a los moros, ellos y el reino de toda España fuesen a perdición”

Una tradición a la par cristiana e islamita no sólo recogía por tanto la llamada de los islamitas por los hijos de Vitiza, sino que los presentaba cruzando el Estrecho para solicitarla.

Los hijos de Vitiza, o mejor, sus partidarios ya que ellos eran muy pequeños, no sospecharon el riesgo inmenso a que se exponían y exponían a España.

En el curso de tres cuartos de siglo los árabes habían tallado un gran imperio que iba desde la India hasta el Océano Atlántico, imperio que estaba aún en periodo de expansión y que acababa de conquistar el Marruecos actual. Cruzar el Estrecho de Gibraltar y emprender la invasión de España les habría sido difícil de haber hallado en ésta un reino unido y dispuesto a defenderse.

Si al solicitar la ayuda de los musulmanes pensaron que se repetiría lo ocurrido en los días de Sisenando, se engañaron terriblemente.

Sin el trágico error de cálculo de los vitizanos, naturalmente no habría surgido el reino de Asturias. En la próxima entrada haremos un repaso del curso de los hechos.

Fuente: Claudio Sánchez Albornoz.
Orígenes de la Nación Española. Estudios Críticos sobre la Historia del Reino de Asturias (Selección). La decadencia visigoda y la conquista musulmana