Series y películas históricas pocas veces son fieles a los hechos

La noche del 5 de marzo de 1770 en la capital de Massachussets, en Estados Unidos, un grupo de soldados británicos arremetió contra la población civil como respuesta a una riña menor en la casa de aduanas. El suceso, conocido como La Masacre de Boston, pasó a la historia como la semilla que inició la independencia norteamericana. Sin embargo, los soldados ingleses fueron declarados inocentes gracias a la intervención de un abogado bajito, engreído y criticón, hijo de un agricultor, llamado John Adams. El abogado, se convertiría en el segundo presidente de Estados Unidos y en uno de los padres del país del norte.

Dos siglos después, en 2002, el escritor David McCullough ganó un premio Pulitzer en la categoría de biografías por su libro sobre John Adams, y el 16 de marzo de este año fue estrenada en Estados Unidos la miniserie John Adams, de HBO, dirigida por Tom Hooper y producida por Tom Hanks. Protagonizada por Paul Giamatti y Laura Linney, la serie, éxito de audiencia en Norteamérica y ganadora el pasado 22 de septiembre de 13 premios Emmy, incluyendo mejor miniserie, mejor actor y actriz protagónicos, mejor guión y mejor vestuario.

John Adams, que sucedió en la presidencia a George Washington y precedió a Thomas Jefferson, gozó de poca popularidad. Según el historiador Stephen Vincent Benet, "le faltaban los dones que habrían hecho que los hombres le amaran, en vez de contemplarle con respetuosa irritación". Aun así, Adams se ha convertido en el centro de atención de cientos de televidentes estadounidenses. La razón: la contrariedad del personaje. "Si yo hubiera sabido, cuando era pequeño y estudiaba historia, que John Adams había defendido a los soldados británicos, mi cabeza habría explotado", ha dicho Tom Hanks.

John Adams, la miniserie, hace parte de una larga lista de programas de televisión y películas que han tratado temas históricos. En los últimos años, por ejemplo, se ha visto la serie The Tudors (Los Tudor), sobre la vida del rey Enrique VIII de Inglaterra. Y tres décadas atrás, en 1976, los televidentes siguieron Yo Claudio, que en 13 capítulos transmitidos por la BBC contaba la intrigante vida del emperador romano. En cuanto a la pantalla grande, cintas como Corazón valiente (1995), El patriota (2000) y Gladiador (2000) han provocado sonrisas y lágrimas. Sin embargo, ¿qué tan fieles son estas producciones a lo que realmente sucedió?

Carlos Palau, director de cine colombiano -que el 12 de octubre estrenó su película histórica El sueño del paraíso-, sugiere que en la realización de esta clase de filmes a veces es necesario reacomodar los hechos históricos para que sean accesibles al público. "La Historia tiene mucho de ficción y va cambiando con el tiempo -dice Palau-. Lo importante es que una producción recoja el espíritu de la obra en la que se basa o de lo que cuenta". De todas formas, el director señala: "Hollywood ha creado distorsiones de la Historia, así como la televisión que ha deformado la mente del espectador".

Pura 'carreta'

Según el historiador Hayden White, toda obra histórica, bien sea escrita o audiovisual, es un artificio verbal en el que se mezclan, por una parte, datos y conceptos teóricos, y por otra, una estructura narrativa que permita presentarlos como acontecimientos que ocurrieron en tiempos pasados. En otras palabras, los relatos históricos son construcciones del lenguaje que no pueden dar cuenta a cabalidad de lo que realmente sucedió y por ello incurren en desviaciones e interpretaciones que no siempre concuerdan con la realidad.

En Los Tudor, el rey Enrique VIII, interpretado por Jonathan Rhys Meyers, es bastante menor de lo que era el mandatario cuando ocurrieron los hechos. En la misma serie, Ana Bolena tiene casi la misma edad de Enrique, cuando la verdad es que este podría llevarle al menos 18 años. Hay más: cuando Enrique VIII celebra el nacimiento de su hijo disparando un mosquete, tendría que haberse adelantado un siglo, pues en su época el arma aún no existía.

En Troya (2004), película dirigida por Wolfang Petersen (y famosa por ser la comidilla de críticos y detectores de irregularidades), Aquiles no era primo de Patroclo, como lo establece la narración homérica, sino un amigo entrañable. Para el periodista español Santiago Tarín, autor del libro Viaje por las mentiras de la Historia Universal, la dificultad de identificar los errores en películas como Troya radica en que las epopeyas griegas la Ilíada y la Odisea no pueden ser tomadas como verdades históricas.

Según Tarín, el problema con las mentiras va mucho más allá, pues estas son un virus que ataca a la Historia y, aunque la sociedad las descalifica, convive con ellas. Por eso afirma: "Las biografías de los personajes más trascendentes están salpicadas de leyendas, propaganda e imaginación con las que se rellenan los huecos que deja el conocimiento".

A esto se suma el hecho de que la Historia es contada por los que ganan o detentan el poder, que presentan a los perdedores como víctimas de sus propios errores. Y eso se ve reflejado en el cine y en la televisión. "En la pantalla ¿dice Tarín¿ los personajes se convierten en arquetipos, y cuando se abordan episodios históricos es frecuente que la realidad se deforme a favor del guión. Y aunque los directores y guionistas no están obligados a contar la verdad, no está de más interesarse por ella".

Mentiras de la pantalla grande

  • Benjamin Martin, interpretado por Mel Gibson en El patriota, está basado en Francis Marion, un hombre que no acabó en solitario con un pelotón del ejército británico. Por el contrario, tuvo una vida turbulenta en la que su 'patriotismo' radicó en el asesinato de decenas de indios cherokee.
  • Aunque en María Antonieta (2005) se muestra que el escaso apetito sexual de Luis XVI se debía al miedo al sexo, lo cierto es que la actitud del rey de Francia se debía a que su prepucio no se retraía -condición conocida como fimosis- y por ello la pareja no podía procrear.
  • Las tropas dirigidas por William Wallace en Corazón valiente lucían kilt o faldas escocesas. Sin embargo, en el siglo XIII el vestido nacional escocés no era la falda, que se empezó a usar hasta el XVIII.
  • W.P. Inman, el personaje que interpretó Jude Law en Cold Mountain, (2003) no abandonó el campo de batalla tras una derrota. Por el contrario, fue encarcelado dos veces por deserción cobarde de su puesto.
  • Marco Aurelio no fue asesinado por Cómodo, ni este por Máximo, como se narra en Gladiador. Marco Aurelio fue abatido por la peste, mientras que Cómodo, lejos de morir en la arena a manos de un luchador, fue envenenado por su concubina favorita.
Noticia publicada por Cambio.com.co