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O, más bien, el proyecto de construcción de una sociedad más justa, donde los que históricamente cargaron con el peso de la miseria para el beneficio de otros, cobren un protagonismo mayor y conquisten la Justicia que merecen.

Quien haya leído los diarios, incluso aquellos diarios más conservadores, o visto la televisión, ha sabido -si lo hizo con espíritu crítico- no dejarse engañar por el discurso predominante, y es posible ver detrás de las acciones y discursos de autonomía, la mano de las empresas multinacionales de origen estadounidense metiendo la cola (como el Diablo, igual) en la estabilidad institucional boliviana.


Los latinoamericanos tenemos, le pese a quien le pese, con la tristemente célebre Escuela de las Amércias, experiencias pavorosas de la intervención extranjera colonialista en la política local; y más recientemente hemos sido, también, objeto del manoseo de los planes liberales que pusieron contra el piso todas las expectativas y los derechos de las clases populares con la política privatizadora de los años 90.

Este es, desde mi humilde perspectiva, un capítulo más en los intentos del imperialismo por hacer pie en América Latina y dictar a los pueblos soberanos e independientes recetas que los aniquilan, en el más estricto sentido del término.


La imagen que acompaña esta entrada fue tomada de Hablemos de Historia, y pertenece a Ariel López, con Licencia Creative Commons.

El Estudiante de Historia agradece al equipo de Hablemos de Historia la invitación a formar parte del apoyo al proyecto institucional boliviano.