La presencia negra en la identidad latinoamericana


La presente entrada es la primera parte de la exposición del profesor Pablo Azcoaga en el ciclo de Conferencias Por una política cultural para el MERCOSUR. En la próxima estaremos compartiendo otro tópico muy interesante sobre la negritud en la Argentina, aquello de la Argentina "blanca y europea".

El aporte cultural proveniente de los pueblos de África negra ha sido con frecuencia poco valorado o negado y en este trabajo se reivindica un enfoque afrocéntrico que tome en cuenta a los hombres y mujeres negros como agentes de la historia. Se trata entonces de "analizar la experiencia de los pueblos negros en el Nuevo Mundo dentro del contexto de su basamento cultural africano" (Okon Edet Uya). Este punto de vista tiene la ventaja de ofrecer una mirada comparativa y global sobre la historia social y cultural de la Diáspora (africana). En otras palabras, es hora de poner negro sobre blanco.

En la historia de la esclavitud por mucho tiempo la perspectiva dominante fue la de entenderla desde el concepto antropológico de la aculturación. Como las poblaciones fueron diezmadas, los cautivos mezclados aunque pertenecieran a tribus rivales y hablaran lenguas diferentes, se consideraba que estos hombres no poseían ni historia ni tradiciones: eran salvajes primitivos que se incorporaron a la sociedad del blanco a través del mestizaje. Desde esta configuración -que no compartimos- la esclavitud es vista como "un punto cero" para la experiencia en el Nuevo Mundo.

La dispersión de los pueblos africanos a escala masiva en nuestro hemisferio se produjo durante el período de tráfico de esclavos, entre los siglos XV y XIX. Provenían mayoritariamente de África Occidental. A pesar de las terribles condiciones de sus viajes y el cruel sometimiento del que fueron víctimas, aquellas antiguas naciones de origen dejaron su impronta en nuestra identidad latinoamericana.

El aporte a nuestra identidad


Un tópico poco tratado es el de la resistencia del negro a la opresión. Según el historiador nigeriano Okon Edet Uya las primeras revueltas de esclavos se registran en pleno pasaje del Atlántico Medio. El cimarronaje, es decir, la fuga de negros a lugares impenetrables, fue un fenómeno muy extendido desde los primeros tiempos de la conquista. Hay referencias de rebeliones en-Santo Domingo y México (1522 y 1537 respectivamente). Como bordeaban las plantaciones de sus antiguos señores, en algunos casos constituyeron una verdadera amenaza para el sistema opresor. Tal fue el caso del famoso Quilombo dos Palmares (Brasil) cuyo líder, Zumbí, resistió las incur
siones de portugueses y holandeses por más de 60 años. Estas "repúblicas de negros libres" son la prueba de que los africanos fueron capaces de organizarse de acuerdo a patrones culturales propios.

Entonces una primera contribución a nuestra identidad se relaciona con la lucha por la emancipación y la igualdad. Un segundo aporte se vincula con el aspecto económico pues como sabemos el desarrollo del capitalismo tiene como factor de acumulación originaria el período colonial y esclavista. Agosti destaca que el trabajo aparece como la condición inicial de toda cultura. En este caso, el infame comercio de esclavos constituyó la base material para el desarrollo de nuestra "civilización". Éstos no sólo realizaron las tareas más pesadas, sino que también se desempeñaron en oficios diversos, como artesanos y vendedores.

En lo cultural, los afrodescendientes dejaron su huella en el lenguaje en palabras usuales tales como "mucama", "bombo", "candombe", "tango", "mílonga", entre otras; en cancíones de cuna; costumbres culínarías; relígíón; artes plástícas y líteratura -recordemos a Nícolás Guíllén y a Gabíno Ezeiza, el más célebre payador del Plata, además de dramaturgo y periodista-. Pero tal vez, la contríbucíón más sígníficatíva sea la musícal.

Exíste una contínuídad en la herencia cultural proveníente de África que se manifiesta en expresiones de músíca y danza latinoamericana como la chacarera, el samba brasíleño o el candombe ríoplatense vínculados por el común orígen bantú, la coreografía círcular, el zapateo y la umblígada, en el caso del samba y candombe antíguos. ¡Qué paradoja: baílamos con orgullo nacíonal la músíca que una vez fue "cosa de negros", pero no les restítuímos aún la dígnídad que merecen!

Extraída de Asociación Agosti.

Imagen: mujeres esclavas cargando bultos.