¿Qué era la Krypteia?

Según Plutarco, al tomar sus cargos (anuales) los Éforos declaraban formalmente la guerra a los hilotas, que, de este modo, se convertían en polemioi, enemigos del Estado. De este modo, los espartiatas podían ejecutarlos si lo creían conveniente sin temer contaminaciones religiosas. Desde el punto de vista formal, entonces, esta ceremonia formaba parte integral de la agogé.

Como sabemos, la educación de los varones se dividía en tres etapas: en primer lugar, hasta los siete años, el niño estaba a cargo de su madre, entre los siete y los doce -ya a cargo de la Polis- tenía lugar la formación común, y finalmente entre los doce y los veinte los sujetos eran enseñados individualmente.

La Krypteia (la palabra proviene del verbo krypto: esconder) suponía el último paso en la formación del ciudadano comprometido con la defensa de la ciudad y los valores de la misma.

Básicamente, lo que se hacía era elegir a los jóvenes destacados durante la formación, abandonarlos en el campo con un puñal y la comida indispensable para unos pocos días. Durante el día, estos hombres se escondían, pero por las noches abandonaban sus escondites y mataban a cuantos hilotas encontraran.

Este procedimiento ritual fue atribuido a Licurgo, gran regulador de la vida de Esparta, y cumplía dos objetivos. En primer lugar servía para regular el nivel de la población hilota, cuestión difícil de cuantificar, aunque estudios recientes colocan la relación en un espartiata por cada quince hilotas. En segundo lugar, representaba una represesión preventiva en la búsqueda de evitar las sublevaciones de los esclavos.

En el filme 300 (que, digámoslo, se toma todas las licencias posibles) el abandono del joven Leónidas, éste matando al lobo y volviendo con la piel del animal a Esparta simboliza, de algún modo, esta cuestión del espartiata que completa su formación con la Krypetia. Y aunque el filme no es fiel a los sucesos históricos ni las costumbres de los espartanos, a mí particularmente me gustó, así que comparto con ustedes esta escena, que ahora podemos mirar con otros ojos.



Fuente: Juan Miguel Casillas. La antigua Esparta.