La educación espartana según Jenofonte


Continúa mi "obsesión" con esta sociedad que produjo los más grandes (pero también crueles y brutales) guerreros del mundo antiguo.

Hoy, en lugar de contarles con mis palabras lo que muchos de los autores que he ido conociendo en este tiempo han considerado sobre la educación de los varones en esta comunidad, traigo una pequeña selección de citas de Jenofonte en
La República de los Lacedemonios y luego cada uno sacará sus propias conclusiones que, si les parece, los invito a compartir aquí.

El entrenamiento para la guerra y la reproducción de guerreros

"...Licurgo, en vez de dejar a cada cual en particular la libertad de dar esclavos, como pedagogos, a sus hijos a encargado la educación de éstos a uno de los ciudadanos, al que se reviste de la más alta magistratura: se le llama el pedónomo. Le ha dado amplias facultades para reunir a los niños, vigilarlos y castigar severamente sus negligencias si el caso lo requiere. Le hace acompañar por jóvenes provistos de látigos, para inflingir los castigos necesarios. Y así es como en Esparta se consigue mucho respeto unido a mucha obediencia" (II)


"En lugar de reblandecer los pies de los niños con el uso de calzado, Licurgo ha prescrito reforzarlos haciéndoles ir descalzos. Estima que gracias a tal práctica treparán más cómodamente por las pendientes pronunciadas y tendrán mayor seguridad en los descensos, cree también que para lanzarse, saltar y correr más rápidos" (II)

"Respecto a la alimentación ha prescrito que el irene (jefe de un grupo de niños) se contente para las comidas en común de su tropa de una cantidad tal que cada cual no se vea nunca harto y pesado, sino que se acostumbre a soportar el hambre (...) Sin embargo, para que los niños no sientan demasiado la sensación del hambre, les ha permitido robar lo que pudieran para substraerse a ella (...) Si, pues, Licurgo ha formado así a los niños, su intención es evidentemente la de volverlos más hábiles para procurarse lo necesario y más apropiado para la guerra" (II)

"... ha impuesto a los adolescentes numerosos trabajos y les procura importantes ocupaciones. A los que no cumplieran con estas tareas, les inflinge como castigo el no poder obtener jamás honor alguno; de tal forma que no sólo los representantes del Estado a este objeto, sino también aquellos a cuyo cuidado están los adolescentes, procuran que no lleguen a ser enteramente despreciados en la ciudad por su cobardía ante el deber. Además, con el propósito de inspirarles una gran modestia, les ha prescrito que en la calle escondan sus manos debajo del manto y avancen en silencio, sin lanzar nunca una mirada a su alrededor, con los ojos clavados en el suelo ante sus pasos" (II)


Se puede agregar, por ejemplo, que los niños entraban a la órbita del estado para su formación con compañeros de su misma edad, y como Jenofonte bien relata, estaban subordinados al pedónomo pero también a otros jóvenes en formación que eran mayores que ellos, y a los que debían obediencia. La dureza del entrenamiento y las condiciones de vida, la visión de un objetivo común, y la conciencia de pertenencia que les generaba la entrada a la formación militar, por la que se diferenciaban sustancialmente de los ilotas, por caso, propiciaban la aparición en estos niños de un espíritu de cuerpo inquebrantable que, estimo, debe haber sido factor decisivo para la conformación de una fuerza militar existosa.

Imagen: soldado espartano, obtenida de RHA, Revista de Historia Antigua -y Medieval-