El nombre de este plato italiano proviene del antiguo germánico bizzo,
que significaba 'morder' y 'bocado' ('cantidad de alimento que se puede
tomar con una mordida').
En su forma original, la pizza se compone de un pan de forma circular y
achatada, cubierto con queso de tipo mozzarella, tomates y aceite de
oliva. Al extenderse por Italia a lo largo del siglo XIX, algunas
características del plato fueron cambiando: al llegar a Roma, se
sustituyó el tomate por cebolla y aceitunas, y en la Lombardía se
enriqueció con anchoas, entre otras modificaciones.
A comienzos del siglo XX, la pizza cruzó el océano y llegó a Buenos
Aires, donde la masa se hizo más gruesa, y a Nueva York, donde se le
añadió un variopinto conjunto de ingredientes: rebanadas de salchichas,
panceta, camarones y trozos de ají. Sin embargo, fue solo a mediados del
siglo pasado, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando el antiguo
alimento napolitano conquistó el mundo.
Espero que hayan leído esta entrada con una cerveza bien fresca :)