Apuntes de historia romana. Bellum marsicum

Para Rostovtzeff, Bravo y Anderson, desde distintas ópticas cada uno, las causas de la guerra social deben buscarse en las políticas externas de roma, en la forma en que trataba con sus aliados y sometidos.

Anderson y Rostovtzeff indican que Roma tenía una constitución radicalmente aristocrática, y que el naciente imperio nunca exigió a sus aliados que pagaran tributos para su tesoro, sino que les exigía siempre soldados para la conformación del ejército, de manera que en tiempos de paz se hacía más fácil a los aliados permanecer en armonía con la metrópoli, en tanto que la guerra, la participación en ella de sus hombres, hacía que permanecieran firmes del lado romano. Esta política puede aparecer, en un análisis superficial como una inteligente forma de cohesión.

Sin embargo, los ciudadanos romanos no gustaban de participar en las extensas campañas bélicas en territorios alejados, y los aliados comenzaron a exigir participación en los botines que habían ayudado a generar, y aún más, la ciudadanía romana.

Oligárquica y aristocrática, Roma no quiso extender los derechos civiles a sus aliados y este fue el motivo central por el cual en el 91 a.C. estalló la “guerra social”, bellum marsicum, como nos ilustra Bravo.

El conflicto, severamente sangriento por cierto, se extendió formalmente hasta el 88 a.C., aunque Bravo señala que hasta el 83 hubo reductos, como Campania, que mantuvieron la hostilidad.

El mismo autor afirma que hacia el 90 a.C. aparecen en el horizonte la Lex Iulia y la Lex Pompeia, a través de las cuales se ampliaban los derechos de ciudadanía a los socii a cambio de “fidelidad a Roma, deserción del ejército de la Liga o hacer la paz con los romanos”.

Es importante mencionar que, durante el desarrollo de la contienda, las aliadas de Roma generaron un estado paralelo, Italia, con capital en Corfinum.

En esta contienda el ejército tiene un papel central debido a que ya nos encontramos en el siglo I, época en que las clientelas militares promovidas desde una décadas atrás por el orden ecuestre son generadoras de trampolines políticos para estos líderes militares, y porque al resolverse el conflicto el ejército sale fortalecido por la creciente profesionalización de la fuerza y la cohesión interna que alcanza al cabo del enfrentamiento.

Para ilustrar este punto con una fuente relacionada, elegimos la cita que sigue, de Apiano, en Guerras Civiles:
Los sucesos que acabo de relatar, (derrota de los marsos en el año 90) habían tenido lugar en las regiones de Italia cercanas al mar jónico (Adriático). Los pueblos situados alrededor de Roma, etruscos, umbros y algunos otros de su vecindad, viendo lo que sucedía, estaban inclinados todos a la secesión; el senado, que temía verse cercado por la guerra y quedar sin protección, estableció guarniciones formadas con libertos a lo largo del mar, desde Cumas hasta Roma y entonces por primera vez, a falta de hombres, se enrolaron libertos en el ejército; por lo que concernía a los itálicos se dio un decreto que concedía la ciudadanía romana a los que habían permanecido en la alianza romana, que era lo que ellos deseaban ardorosamente. Se envió esta decisión a los etruscos, que recibieron con júbilo el derecho de ciudadanía. Por este favor el senado volvió aún mejores a los que estaban en buenos sentimientos, reafirmó a los titubeantes, hizo a los enemigos menos encarnizados en la esperanza de un trato semejante. Los romanos no censaron a los nuevos ciudadanos en las 35 tribus entonces existentes por miedo a que, más numerosos que los antiguos ciudadanos, no vencieran en las elecciones sino que crearon diez nuevas tribus, donde votarían después. En la mayor parte de las ocasiones su voto se encontraba sin objeto, poseyendo la mayoría las 35 tribus, que votarían en primer lugar. En su satisfacción los itálicos lo olvidaron por el momento; sólo se dieron cuenta de ello más tarde y esto fue origen de nuevas turbaciones. Apiano, Guerras Civiles, I, 49

Es notorio en esta fuente la referencia a la creación de las diez nuevas tribus, y es un punto crucial en el que Bravo coincide, interpretando, como Apiano, que la finalidad de la medida fue “licuar” el poder de decisión de los socii en las futuras votaciones.

Fuentes bibliográficas:
Bravo, G. Historia del mundo antiguo. Una introducción crítica.
De Martino, F. Historia económica de la Roma antigua. Vol. I
Rostovtzeff, M. Roma. De los orígenes a la última crisis.
Yanguas, N. Textos para la historia antigua de Roma
Anderson, P. Transiciones de la antigüedad al feudalismo.