El complejo Tehuelche 7 - Grandes Caciques


El proceso de araucanización, y la guerra desatada entre los recién llegados y las parcialidades que ocupaban los territorios patagónico – pampeanos tuvo varias consecuencias. Entre las más importantes, es destacable que esta era una guerra completamente distinta de las que hasta el momento libraban entre sí las parcialidades Tehuelches para proteger sus cotos de caza o vengarse de alguna afrenta, porque lo que estaba en juego era ni más ni menos que la integridad cultural.

Más o menos previsiblemente, la guerra contribuyó entonces a fortalecer la figura del cacique, y en los tiempos de las guerras de conquista lanzadas por los colonizadores blancos hubo algunos de ellos que por sus acciones bélicas se convirtieron en el enemigo a vencer.

Pincén, o Pin Then: Nunca participó en ninguna negociación con los gobiernos de Buenos Aires. Sí formó parte de la Confederación de Calfucurá, pero a la muerte de éste prefirió la independencia, y sólo ocasionalmente mantuvo contactos con Namuncurá.

Pincén se definía a sí mismo como un “indio argentino” y afirmaba que había nacido en Carhué. Probablemente fuera un tehuelche mestizado, aunque hay versiones que indican que se trataba de un hijo de cristianos secuestrado de pequeño por un malón.

Los Catriel (Juan, y sus hijos Cipriano, Juan José y Marcelino): A veces enrolados en el bando de los aborígenes, a veces en el bando “blanco”, decidieron con sus intervenciones y el peso de sus guerreros la suerte de uno u otro bando. En tiempos de Juan Manuel de Rosas, Juan se instaló en las cercanías de la ciudad bonaerense de Azul, donde habitó pacíficamente.

Cuando Juan murió en 1865, Cipriano tomó el mando, y en 1872, junto a las fuerzas del coronel Elía, jefe fronterizo, atacó y saqueó las tolderías de los caciques Manuel Grande y Gervasio Chipitruz.

Además de la represalia de Calfucurá, esta acción provocó la rebelión de su hermano Juan José, seguramente ofuscado por la traición, derrotó a Cipriano y lo condenó a morir lanceado.

Juan José Catriel ejerció el cacicazgo en Azul hasta 1878, cuando él y su hermano Marcelino cayeron prisioneros.

Valentín Sayhueque: Su principal anhelo y ambición fue la búsqueda de la paz con “los cristianos”, actitud que le valió a él y a su pueblo muchos años de permanecer ajenos al drama sangriento que asolaba los territorios pampeanos. Al igual que Pincén, Sayhueque decía que “era argentino”, y una bandera nacional, obsequiada por el perito Francisco P. Moreno flameaba en la entrada de su toldo.

La idea integradora de Sayhueque era compartida por otros caciques, como Foyel, que manifestaba que “es de nuestro propio interés mantenernos en buenas relaciones con ellos (los blancos)” para poder comerciar sus ponchos, cueros y plumas.

Lamentablemente, el avance de los ejércitos sucesivamente enviados por el gobierno blanco era incontenible, y a partir de 1879 este avance obligó a Sayhueque y los suyos a alzarse en armas, cuestión que abordaremos en la próxima y última entrada de esta serie.

Imagen: estampilla con la imagen del cacique V. Sayhueque, de Filatelia Argentina