No te rías de un colla

Últimamente no he tenido mucho tiempo de ir actualizando al ritmo de antes porque estoy en medio de la preparación para el periodo de exámenes finales, que comienza la semana que viene.

En consecuencia, estuve leyendo un montón de material en el que, por supuesto, aparecen muchas cosas interesantes.

Hoy quiero acercarles el poema que lleva por nombre el mismo título de esta entrada, escrito por Fortunato Ramos, escritor y músico humahuaqueño, en el que el autor reclama respeto para el colla y, por extensión me atrevo a suponer, para todos los integrantes de las comunidades de los pueblos originarios.

Espero que lo disfruten.

No te rías de un colla que bajó del cerro,
que dejó sus cabras, sus ovejas tiernas, sus hablaes yertos;
no te rías de un colla, si lo ves callado,
si lo ves zopenco, si lo ves dormido.

No te rías de un colla, si al cruzar la calle
lo ves correteando igual que una llama, igual que un guanaco,
asustao el runa como asno bien chúcaro,
poncho con sombrero, debajo del brazo.
No sobres al colla, si un día de sol
lo ves abrigado con ropa de lana, transpirando entero;
ten presente, amigo, que él vino del cerro, donde hay mucho frío,
donde el viento helado rajeteó sus manos y partió su callo.

No te rías del colla, si lo ves comiendo
su mote cocido, su carne de avío,
allá, en una plaza, sobre una vereda, o cerca del río;
¡menos! si lo ves coquiando por su Pachamama.
Él bajó del cerro a vender sus cueros,
a vender su lana, a comprar azúcar, a llevar su harina
y es tan precavido, que trajo su plata,
y hasta su comida, no te pide nada.

No te rías de un colla que está en la frontera
pa'lao de La Quiaca o allá en las alturas del abra del Zenta;
ten presente, amigo, que él será el primero en parar las patas
cuando alguien se atreva a violar la patria.
No te burles del colla, que si vas pa'l cerro,
te abrirá las puertas de su triste casa,
tomarás su chicha, te dará su poncho,
y junto a sus guaguas, comerás un tulpo y a cambio de nada.

No te rías de un colla que busca el silencio,
que en medio de lajas cultiva sus habas
y allá, en las alturas, en donde no hay nada,
¡así sobrevive con su Pachamama!